De tanto caminar caminos
de sueños
entre cristales rojos de silencio
me quedé sin un suspiro de luna...
De tanto amar en años
de incertidumbre
entre distancia y lágrimas
me quedé sin el rumor del agua...
De tanto escribir en sombras
el nombre inerte de los pájaros
me quedé sin el crepitar
de las rosas salvajes...
De tanto escapar por ventanas humildes
al ocaso de las vidas
me quedé sobre un montón
de cenizas...
y aquellas calladas tumbas
en lágrimas de olvido
taciturna reproducción de mis lamentos
en sollozo de ojos abandonados...
De tanto herirme en oscuros cuartos
de neblina soledad
me quedé sin los minutos
en caricias...
De tanto susurrar nombres
me dilaté en vientre de cristal
y me hice reproducción de vino
me quedé sin los acordes
de los tumultuosos jazmines del tiempo
y aquí estoy embriagado
en un cuarto de luces ciberméticas
asimilando de mis poros
solo una vida
el sistema de un recuerdo
la plenitud de ojos en hierba...
Ah mis dilatados versos
en escrutinio de ecuanimidad
y me sumerjo en el volcán del olvido
para ser solo esqueleto
y un recuerdo de vida
sobre las simples olas
de los cerros...
Junio 1985.
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