Decir no
en el momento preciso
en que cada poro
espera la humedad de los besos.
Decir no
entre el abismo tenue de una caricia.
Decir no
en el minuto justo
en que se abren los costados del alma.
Decir no
significa a veces
romper los eslabones
con que nos envolvemos
para no sentir
más allá del amor
en un cuerpo distante.
Decir no
es una plegaria afirmativa
al dolor de un sueño.
Decir no
es rendirnos
a continuar en sombras.
Decir no
es esperar en definitiva
para decir si...
(Año 1987... un año de cosechas duras.)
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